Abandonware, conjunción de los términos británicos Abandone y Software,
es un término que hace alusión a aquellos programas, especialmente
videojuegos, cuya comercialización fue interrumpida y cuya empresa
desarrolladora desapareció, cambió de nombre, se declaró en quiebra o se
encuentra en usa situación jurídica incierta. Se sobreentiende
que al no estar siendo comercializado y/o haber desaparecido el titular
de derechos, su disfrute sin ánimo de lucro es lícito, si bien no lo es
su distribución gratuita.
Para no darle muchas vueltas al tema de la legalidad, hay varias
empresas (muchas de ellas españolas) que han creado una licencia
especial que sí permite la distribución gratuita de sus títulos,
y por ello se pueden encontrar un buen número de juegos gratis en la
red a los que es posible jugar en el momento como si fueran títulos
flash. Los propios juegos flash y Java son otra opción de juego gratuita
legal en varias webs que ofrecen demos y títulos completos para
aumentar el número de visitas y rentabilizarlas en publicidad. Sin ir
más lejos, muchos de vosotros recordaréis no hace mucho la gran cantidad
de juegos gratuitos que había para móviles, sin necesidad de micropagos
ni tontunas.
Con la proliferación de iOs y Android casi
hemos olvidado la gratuidad de muchos juegos en pro de las demos, las
versiones Lite y los F2P -que a la larga necesitan micropagos si no
quieres pasarte la vida cultivando pitufresas para conseguir un puñetero
ratón-. Las consolas abren mercado con los indies desarrollados por ex
miembros de grandes estudios en su mayoría, Steam hace ofertas jugosas y Playstation Plus y Games for Gold nos ofrecen títulos por la patilla... y por una suscripción al contado.
¿Por qué hemos dejado de jugar gratis?
Os parecerá una chorrada, pero ayer, preparando un reportaje retro para este fin de semana, me apeteció jugar un poco al Spectrum. Cuál fue mi
sorpresa al ver que había varios juegos de mi infancia en la web, y que
muchos de ellos contaban con el consentimiento de los dueños para ser
disfrutados gratuitamente. Dejando a un lado el tema gráfico y
tecnológico, que obviamente huele a viejuno, pasé unos más que buenos
ratos volviendo al viejo "o,p,q,a,space bar" mientras recordaba mis
tiempos de chiquillo.
El mercado de los indies va a tener que ponerse las pilas para
ofrecer mucho más que lo que ya podemos encontrar gratis en la red. Y
no, obviamente no me refiero a Wolf Among Us, Outlast, Brother: a Tale of Two Sons ni Gone Home, pero sí a títulos como Resogun, Don't Starve, o incluso Contrast.
Hay mucho y muy buen material en la red, material permitido por sus
propios creadores o desarrollado con la sencilla intención de colgarlos
por la patilla, y los flamantes recién llegados van a tener que ofrecer
algo más que mejoras gráficas, chorradas on line y sonido 7.1 si quieren
que les hagamos caso.
Y ahora me entra el canguelo
Por mucho que nos pongamos pesados, por mucho que ahora queramos ser
los más entendidos del mundo mundial, la industria del videojuego le
debe mucho al mundo del alquiler. Hubo un tiempo en el que el alquiler
era una de las pocas opciones del usuario medio, chaval de trece o
catorce años que sólo recibía juegos por su comunión, cumpleaños y
reyes. Los fines de semana en los que conseguías sacarle un par de
chapas a tus padres para llevarte a casa de viernes a lunes títulos como
Willow de Nes, Soleil de Megadrive o incluso Gran Turismo, de PS, te podías dar con un canto en los dientes. El
resto del tiempo lo pasabas jugando a lo que ya tenías más que
machacado, esos cuatro tristes títulos que ya te sabías de memoria, y entre los que, si tenías suerte, se encontraba un recopilatorio de minijuegos de dudosa procedencia que te tenía pegado al Pooyan, al Tetris o al Road Avengers toda la tarde.
Había niños pijos, mimados odiosos y consentidos a los que les
compraban juegos tal y como salían al mercado, pero la inmensa mayoría
de los Juan Nadie teníamos que pelear con uñas y dientes por conseguir
un par de títulos al año, y gracias. Los usuarios dependíamos
del alquiler como del agua de mayo, y la industria, aunque ahora lo
niegue y vaya de importante, TAMBIÉN. Pero un buen día Microsoft descubrió que el usuario había crecido y tenía posibles para adquirir juegos, Volition y
otros tanto le rieron la gracia, y entre todos trataron de ilegalizar
algo que la consuetudo y las licencias habían conformado como lícito
durante décadas.
No voy a entrar en lo lícito o no de los alquileres -por lo de la segunda mano sí que no paso: el juego es mío y me lo follo cuando quiero, fin de la historia-,
aunque está claro que todo es cuestión de intereses. Lo que sí quiero
tratar es que, si hubo un tiempo en el que estos intereses de las
grandes desarroladoras los llevó a tratar de ir contra el usuario
prohibiendo el alquiler, ahora me da miedo que los estudios indies se
líen la manta a la cabaza y empiecen una caza de brujas que erradique de
la web, de nuestros ordenadores y nuestra memoria, las pocas muestras
que nos quedan de un pasado tan glorioso como eterno.
Espero equivocarme.
domingo, 23 de marzo de 2014
¿Por qué pagar por lo gratis? Juegos independientes y Free 2 play
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